Esta vez pasó algo
diferente. Primero Martín leyó la crónica que debía realizar para la clase. Al
terminar Alicia dijo que ella también había realizado una crónica, aunque no le
tocaba esta vez.
Me sorprendió y escuché, pero lo que tenía para decir no
era solamente un relato acerca de lo que se realizó en la clase, sino que
contaba un hecho muy personal, intenso y doloroso para ella. Y así empezó esta
clase…
Sentí que algo había
cambiado en ese lugar… la confianza en el grupo, ser parte de algo, no sé bien
que fue, pero me gustó que se haya logrado expresar de esa forma. Que haya
podido mostrar los sentimientos que
tiene, sin que el miedo la invada ni la paralice. Cosas que siempre admire de
las personas que lo hacen.
Luego Belén contó
que estuvo reflexionando acerca de su precipicio, cual era, porque surgía y
como llegó a asociarlo.
No era una clase
usual, dos compañeras estaban expresando cosas profundadas y difíciles de decir.
Por un momento se me mezclaron muchas cosas en la cabeza…la palabra terapia…con
la palabra aprendizaje…acá había algo más que un aprendizaje académico.
Después hablamos
sobre la parte teórica, leímos un texto y a la par Juan lo explicaba. Se
trataba LLEVAR AL ACTO.
Luego hicimos un
mini recreo, tomamos aire, fumaron los que lo hacían y volvimos con la voz de
Juan que anunciaba que ahora teníamos que poner el cuerpo.
Primero hicimos el
caldeamiento, Relajamos el cuerpo al ritmo de la música.
Luego Cerramos los
ojos y teníamos que encontrarnos con un otro, mediante el tacto. Y no sabía
a quién tenía enfrente pero sentía que era una sola persona, y que
estábamos conectados al realizar el ejercicio. Pero al abrir los ojos, vi que
estaba rodeada de gente, todos casi tocándonos.
Y pensé, que diferente que es lo
que se imagina cuando no se ve, que poca
percepción de lo real que se tiene, pero que bueno que se pueda llegar a eso, a
imaginar.
Luego Juan Plateó
que comencemos a sentir aquellos síntomas que se tienen cuando se está enfermo
de fiebre amarilla.
Comencé a querer
sentir calor en una parte de mis pies, pero no funcionaba, no sentía nada.
Luego intenté que
suceda con mi mano, y lo logré, mi mano comenzó a sentir calor que se extendió
a todo mi cuerpo. Luego me comencé a sentir mal, tenía un fuerte dolor de
cabeza, sequedad en la boca y una fuerte toz que daba señales que ya estaba
enferma.
Nuestras piernas se
iban debilitando, mientras Juan nos daba indicaciones acerca de los síntomas
que iban surgiendo en el proceso.
Y terminamos todos
en el piso, mientras comenzábamos a delirar.
Algunos fuimos despertando
curados milagrosamente y vimos como estaban los demás enfermos, fue una horrible sensación. No sé si porque uno no quiere
ver mal al otro, o por no querer ser el
único, y quedarse fuera de algo, siendo diferente.
Después de este
ejercicio, todos volvimos a nuestro
estado natural, y recordamos una frase que dijimos durante el delirio de la enfermedad.
Hicimos una ronda y elegimos a alguien para decir esta frase; dos personas
frente a frente, dos frases y siempre repitiéndolas, sin dar lugar a nada más
para decir.
Cuando les tocó el
turno Alicia y a Damián sentí mucha tensión, ya que lo que decían era muy
fuerte. Alicia no quería morir y Damián se
quería ir , y esto se repetía una y otra vez. Además en sus caras se notaba que
estaban sintiendo aquello que decían.
Después de esto
hicimos una puesta en común de lo que se había trabajado, nos sentamos,
sabiendo que los ejercicios habían terminado, hablamos acerca de algunas
cuestiones que habían surgido, y luego nos fuimos sabiendo que no estaríamos
más expuestos por hoy.
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