Como
cada sábado fume mi cigarrillo antes de entrar, pase por el baño (inevitable),
me descalce y me puse cómodo para empezar. Pronto nos encontramos todos
sentados en la ronda. Juan abre preguntando acerca de la actividad del
encuentro anterior, yo fui el primero en hablar, me había quedado pensando en
porque no pude armar mi personaje ni involucrarme en la historia. Solo me
conforme con acoplarme al personaje de
Anahi y ahí me quede. El mate recién comenzaba a girar. Luego hablamos
de cómo fueron rotando los líderes, y de la explicitación del pedido de cada
uno frente al mostrador, algunos desde un personaje, otros desde sí mismos.
Seguidamente y continuando con la dramatización de la última clase, Juan nos
entrego fotocopias del autor Bouquet sobre los fundamentos del psicodrama, la
cual debíamos leer para la próxima clase, o sea hoy, pero ahí Anahi nos leyó
acerca de las ansiedades al momento de dramatizar, cada uno debía marcar las
que considera que posee, yo marque algunas como por ejemplo a exponerme a una
evaluación critica, al papelón, al ridículo, a poner afuera los fantasmas, a
quedar expuesto, entre otros. Releyendo mis ansiedades, comprendo que quizás por
ellas, no pude armar mi personaje aun, entonces soy yo, Martin, el que se
expone, y no Martin a través del personaje. De esa manera supongo que me
sentiré más seguro ya que no soy yo el que está en el escenario. De todas
maneras estoy dispuesto a enfrentar contra la resistencia y las ansiedades para
lograr armar mi personaje.
Supongo
que todos hemos sentido identificados con alguna ansiedad en mayor o en menor
medida.
Se
hizo la hora del descanso y las ganas de fumar eran muchas. La mayoría salimos
a pitar o a acompañar a los que pitamos. En ese momento y por primera vez sentí
que éramos más que un grupo de psicodrama, estábamos afuera hablando de otras
cosas, nadie quedaba excluido, se nos veía muy bien. Pronto Juan se asoma y nos
llama, las ansiedades comienzan a surgir… el momento de dramatizar estaba
llegando. Se trato de una actividad debíamos armar parejas y mantener con las
palmas de la mano una caña en el aire, mientras nos movíamos de un lado a otro.
En lo personal se me hacía muy difícil darme cuenta en qué momento cada uno
tenía el poder de guiar la caña. Girábamos y nos movíamos en un mismo compas.
Luego nos enfrentamos uno al otro utilizando una caña cada uno. Hasta aquí la
actividad se realizaba con varias parejas a la vez. En un principio en
silencio, luego hablando con el otro. Yo trabaje junto a Alicia, con la cual me
sentí muy cómodo. Luego debíamos pasar una sola pareja y realizar la misma
actividad. Ante la pregunta de Juan de quien quería pasar, nadie respondió, por
lo que pasamos con Alicia. Comenzamos el enfrentamiento, sin hablar y
escuchando una música suave… en enfrentamiento se fue tornando cada vez más
débil hasta culminar en un balanceo suave, a pesar que la música se había
vuelto algo rápida. Al momento de comenzar a hablar, rompí diciendo que sentía
que me estaba amacando, que era muy lindo lo que estábamos viviendo, parecíamos
un hijo y su mamá. Aun puedo recordar la sonrisa de Alicia y la felicidad que
desplegaba en ese momento. Ya no había más enfrentamiento era una madre
meciendo a su hijo. Ambos estábamos de acuerdo y hablamos acerca de eso. La
campana sonó y la dramatización culmino. Considero que para ambos fue fuerte la
actividad, pero no habíamos podido respetar la consigna. Caímos en movimientos
estructurados y repetitivos, los cuales permitieron que nuestras cabezas
pensaran lo que decíamos. No afloraron personajes una vez mas éramos Alicia y
Martin. Rápidamente pensé que no habíamos entendido la consigna, luego me di
cuenta que nuestras resistencia eran más fuertes. Una vez más intentamos
realizar la dramatización, esta vez intentando sortear las dificultades. Todas
las parejas fueron pasando, algunas pudiendo desplegar personas e historias,
otras no tanto. Era difícil enfrentarse y dejar fluir la voz sin pensar en que
se decía.
Seguidamente
realizamos el “Camino del Guerrero”, una caminata lenta al compas de la
respiración, mirando el círculo amarrillo, que para mí representaba un sol. Me
pareció que había caminado kilómetros, me sentía cansado y con mucha paz,
algunas lágrimas asomaron por mis ojos. Había sido fuerte la dramatización.
Luego
vino la puesta en común, de la cual no recuerdo mucho, yo no estaba allí, no sé
donde, pero allí no. Me sentía volando, sin ganas de hablar, solo disfrutaba de
ese momento de libertad y paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario