Emprendimos una clase más de psicodrama,
esta vez sin la presencia de Ale, Pablo y Romí y Fede. Conocimos la voz nueva
que surgió de Juan… En fin luego de la parte teórica y del break, comenzamos
con el caldeamiento del cual no recuerdo mucho…
Sé que próximo a eso debimos escoger una
pareja, en mi caso fue Martin primero empezamos a seguir e imitar la caminata
del otro manteniéndonos próximos, sin dejar mucho espacio entre uno y otro, como si fuéramos la sombra. Luego lo
hicimos a viceversa, y a eso le agregamos un “ch, chh” donde el que dirigía el
camino debía frenarse unos instantes, y luego proseguir. Me resultaba cómodo
seguir aMartin, pero una vez que él me seguía a mi me sentía realmente
perseguida, como si tuviese algo grande atrás, del cual no te podes deshacer,
del cual solo podes ver una sombra y era
mas desagradable aun el hecho de
que te detengan y no poder avanzar, una sensación de opresión muy grande, donde
debías detenerte y esperar para poder seguir adelante. Al terminar el ejercicio
Juan dice: que me quede en el escenario.
Llego la hora de trabajar mi escenario vacío.
Se acercó Valeria me preguntó a quien vi allí, y respondí que a una amiga, comenzamos
con el trabajo elegí a Anahí para remotar la escena, pero no me salió decir lo
que realmente sucedía, la escena carecía de todo sentido. Ahí, es cuando intervino Juan
diciendo que eso no tenia sentido. Comenzamos a sacar cada capa de polvo que había sido guardado y comencé
a decir lo que otras veces caye pero esta vez frente a Camila como “mama” y a
Damián como “papa”. Me sorprendió ver que no había quedado atrás todo eso, ya
que yo creía que ya no había secuelas de aquello, hasta había llegado a
convencerme que eso era parte del pasado y ya no tenía nada que ver conmigo. Creía
que ya no ocultaba y que si lo hacia era para no lastimarlos, para conformarlos
y para que se me haga mas fácil todo. Pero no, poco a poco fue saliendo de otra
manera aquello que se guardo una vez, fui expresándolo de diferentes maneras.
Cuando terminó, pude respirar hondo, aunque me costó bastante tiempo poder
calmar esa angustia.
Al terminar la clase retomé mi vida diaria,
y ahí comencé a ver que creía falsamente que eso había pasado, entonces se
puede decir que a partir de ahí empecé a ser y decir aquello que soy y que
espero de mi, prevaleciendo que es lo que aspiro y no lo que esperan de mi.
Luego pasó Cami, y con ella reapareció nuevamente lo que “no
se dice”. Comenzó con el ejercicio de la caminata, y esta vez la seguían mama
Martin y papa Alicia. Luego empezaron a tirar de ella, hasta que finalmente
puedo salir de eso.
Para terminar y para los que no vinieron
estaría bueno compartir que lo característico de esta clase fue que
participamos todos del escenario vacío, y que además del parecido entre las
escenas, que no estaba planeado, Camila y yo hoy volvemos a leer una vez mas
juntas la crónica…
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