sábado, 2 de junio de 2012

DE LA CRÓNICA DE DAMIAN


Sábado dos del seis del dos mil doce, cálida tarde de un frio otoño, en el interior de un espacio cuasi mágico, donde tímidamente vamos rompiendo con la coraza que nos protege cotidianamente, para ir dejando al descubierto nuestros miedos, nuestros odios, nuestros deseos… En un acto de confianza plena en perfectos desconocidos, confianza que se gana en cada mirada cómplice, miradas que expresan el saber de un compartir íntimo y profundo.
Ese día, entre mates galletitas y caramelos,  Juan, tal cual piloto de Dakar, hizo una travesía por una gran diversidad de teorías y autores en una intensa pero entretenida clase teórica sobre el desarrollo psíquico, para luego introducirnos en la parte más esperada, donde la tensión sube en cada uno de nosotros por el saber de un “algo va a pasar”, algo que nos expone, pero que sin dudas queremos afrontar.
En el momento del caldeamiento fuimos de a poco disociándonos de la influencia de nuestros pensamientos para que nuestro cuerpo nos lleve al lugar y  al momento donde este quiso estar, quiso ser, quiso decir.
En algunos este viaje por nuestro inconsciente llego a lugares, tiempos y formas realmente excéntricos, en otros bastante retrógrados y en el resto fue muy aferrado a escenarios cercanos o cotidianos en nuestras vidas.
Hasta este momento nos encontrábamos guiados como individuos por las voces de los coordinadores, pero luego de una última intervención que nos pone en un escenario dramático,  llega la dramatización  donde cada uno de nuestros personajes encontrados debía pedir eso que le falta o reclamar eso que alguna vez tubo y perdió.
Un joven universitario, una niña abandonada, una maestra sin hijos, una quinceañera en busca de un amor, un joven inseguro, un rey en busca de respeto, entre otros, despertamos en una oficina de reclamos donde la consigna original era pedir eso que nos falta o que perdimos, pero con un par de detalles, por un lado la oficina estaba vacía, nadie podía oírnos y por otro lado los números del orden de reclamo estaban repetidos o en blanco, por ende nos vimos obligados a interactuar ya no como individuos si no como grupo.
En este momento dramático se fueron licuando todas las historias planteadas por nuestros personajes para que surja un personaje protagonista que centre los intereses latentes del grupo.
Fue una guerra confusa donde el temperamento, la personalidad y las formas reales de cada uno, se fueron mezclando con la de nuestros personajes, para dar como resultado un orden jerárquico entre lo que cada personaje planteaba en escena.
Mi personaje particularmente delego su historia para cumplir un rol central en la historia de otro (cualquier semejanza con la vida real es pura coincidencia).
Dos personajes fueron desde distintas posturas los protagonistas, la niña abandonada y el Rey en busca de respeto, el resto se manejó dentro del grupo de dos modos diferentes, unos nos olvidamos de lo que buscábamos para centrarnos en la falta de uno de los protagonistas y los otros siguieron con su búsqueda aun dentro de la historia planteada por otro.
Los que siguieron con su búsqueda a pesar de la ausencia de alguien exterior, pudieron satisfacer sus necesidades dentro del grupo, como por ejemplo la quinceañera que forma pareja con el chico inseguro. En cambio los que no seguimos con esa búsqueda esperando que alguien de afuera llegue a satisfacernos no pudimos encontrar eso que buscábamos.
Como aprendizaje de todo esto queda claro que las necesidades se solucionan dentro de un grupo y no esperando que llegue de manera mágica desde el exterior, lo que me falta puede estar mucho más cerca de mi alcance de lo que creo y no darme cuenta por esperarlo en la distancia.
Al  finalizar Juan nos da una visión más amplia de lo vivido en la experiencia, potenciando el proceso de aprendizaje que estaba viviendo.
Realmente me sentí estafado y ofuscado al darme cuenta que el rol de la pobre niña abandonada era en realidad el poder y las fuerza más grande dentro del grupo e inevitablemente recalculé cuantas veces en mi vida me vi involucrado en una historia planteada desde este lugar.

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