Sábado dos del seis del dos mil doce, cálida tarde de
un frio otoño, en el interior de un espacio cuasi mágico, donde tímidamente
vamos rompiendo con la coraza que nos protege cotidianamente, para ir dejando
al descubierto nuestros miedos, nuestros odios, nuestros deseos… En un acto de
confianza plena en perfectos desconocidos, confianza que se gana en cada mirada
cómplice, miradas que expresan el saber de un compartir íntimo y profundo.
Ese día, entre mates galletitas y caramelos, Juan, tal cual piloto de Dakar, hizo una
travesía por una gran diversidad de teorías y autores en una intensa pero
entretenida clase teórica sobre el desarrollo psíquico, para luego
introducirnos en la parte más esperada, donde la tensión sube en cada uno de
nosotros por el saber de un “algo va a pasar”, algo que nos expone, pero que
sin dudas queremos afrontar.
En el momento del caldeamiento fuimos de a poco
disociándonos de la influencia de nuestros pensamientos para que nuestro cuerpo
nos lleve al lugar y al momento donde
este quiso estar, quiso ser, quiso decir.
En algunos este viaje por nuestro inconsciente llego a
lugares, tiempos y formas realmente excéntricos, en otros bastante retrógrados
y en el resto fue muy aferrado a escenarios cercanos o cotidianos en nuestras
vidas.
Hasta este momento nos encontrábamos guiados como
individuos por las voces de los coordinadores, pero luego de una última
intervención que nos pone en un escenario dramático, llega la dramatización donde cada uno de nuestros personajes encontrados
debía pedir eso que le falta o reclamar eso que alguna vez tubo y perdió.
Un joven universitario, una niña abandonada, una
maestra sin hijos, una quinceañera en busca de un amor, un joven inseguro, un
rey en busca de respeto, entre otros, despertamos en una oficina de reclamos
donde la consigna original era pedir eso que nos falta o que perdimos, pero con
un par de detalles, por un lado la oficina estaba vacía, nadie podía oírnos y
por otro lado los números del orden de reclamo estaban repetidos o en blanco,
por ende nos vimos obligados a interactuar ya no como individuos si no como
grupo.
En este momento dramático se fueron licuando todas las
historias planteadas por nuestros personajes para que surja un personaje
protagonista que centre los intereses latentes del grupo.
Fue una guerra confusa donde el temperamento, la
personalidad y las formas reales de cada uno, se fueron mezclando con la de
nuestros personajes, para dar como resultado un orden jerárquico entre lo que
cada personaje planteaba en escena.
Mi personaje particularmente delego su historia para
cumplir un rol central en la historia de otro (cualquier semejanza con la vida
real es pura coincidencia).
Dos personajes fueron desde distintas posturas los
protagonistas, la niña abandonada y el Rey en busca de respeto, el resto se
manejó dentro del grupo de dos modos diferentes, unos nos olvidamos de lo que
buscábamos para centrarnos en la falta de uno de los protagonistas y los otros siguieron
con su búsqueda aun dentro de la historia planteada por otro.
Los que siguieron con su búsqueda a pesar de la
ausencia de alguien exterior, pudieron satisfacer sus necesidades dentro del
grupo, como por ejemplo la quinceañera que forma pareja con el chico inseguro.
En cambio los que no seguimos con esa búsqueda esperando que alguien de afuera
llegue a satisfacernos no pudimos encontrar eso que buscábamos.
Como aprendizaje de todo esto queda claro que las
necesidades se solucionan dentro de un grupo y no esperando que llegue de
manera mágica desde el exterior, lo que me falta puede estar mucho más cerca de
mi alcance de lo que creo y no darme cuenta por esperarlo en la distancia.
Al finalizar Juan
nos da una visión más amplia de lo vivido en la experiencia, potenciando el
proceso de aprendizaje que estaba viviendo.
Realmente me sentí estafado y ofuscado al darme cuenta
que el rol de la pobre niña abandonada era en realidad el poder y las fuerza
más grande dentro del grupo e inevitablemente recalculé cuantas veces en mi
vida me vi involucrado en una historia planteada desde este lugar.
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